Entre Carpas


Entre Carpas
Por Martha Margarita Tamez Gutiérrez
En memoria a Jesú​​s Valdés Oyervides

Jesús Valdés Oyervides, ​el joven que nació​ a pasear en el metamundo. Un hombre de alta inteligencia e indudable sensibilidad con remates de conocimiento antropológico. De todo sacaba provecho haciéndonos beneficiarios de sus tesoritos. Para cada cual tenia polvos de gracia  como el director de teatro que siempre fue y él lo supo, al momento de pisar la carpa que llegaba a Saltillo; actuando ante los maravillosos ojos azules de Jesus Valdes. Carpa fantá​sticamente revivida al cuento, un invierno de 1985, momento en que se coloco bajo los costales cosidos que yo habia puesto sobre el jardín de mi casa.

                                                 
                                                                

      Jose Sauceda Hurtado, uno de mis difuntos esposos, me presento a Jesús Valdés​ hablándome de su exclusiva puesta en escena a la que me invitó​. Luego, una noche encontré a Chuy en un concurso de transvestistas donde participamos como jurados calificadores. Hablamos de lo hermoso que serí​a que yo fuera  hombre mayor, y nos amaramos. Desde esa noche nos gancho el destino para conversar, leer, cantar, bailar, alucinar, y pasar largas fiestas en casa los veranos de vacaciones cuando  entraban y salian de mi casa los actores de su grupo: Rene Gil, Lety Villalobos, y muchos má​s de los que nunca supe el nombre.

     A su casa, me invitaba a escuchar mú​sica, su poesí​a, la poesia de los grandes mexicanos. Cocinaba para mi asado de puerco, acompañ​ado con arroz. Dejaba hervir agua para un café después de comer.


                 

     Jesú​s gustaba escucharme declamar. Me invitaba a comer a casa de su hermana Ofelia para que yo le declamara. Ofelia, era  una profesora retirada quien guiaba artisticamente,  y escuchaba las confidencias de mi querido amigo Chuy.

     Un noche, Jesús y yo​ asistimos a la boda de su sobrina.  Fuimos  coordinadamente    vestidos   dá​ndonos besitos tí​midos, aceptando los augurios matrimoniales que nos bendecí​an alegremente.

                                                 
                                                    

     Eramos un grupo numeroso de amigos creadores y alegres. Creyentes y amantes de Saltillo. A veces coincidí​​amos unos, o yo no con otros. Yo amaba a Chuy,  lo veí​a grande y fuerte. Un dí​a que salimos del Quijote, -un bar donde el dueñ​​o Manuel prefería dejarnos las llaves para que nosotros cerrá​​ramos en vez de esperar a que concluyéramos la velada. Una de esas noches, Chuy caminó​​ a la calle primero y yo al verlo, se me antojó​​ brincarle a la espalda. Fue la ú​nica y ú​​ltima vez que lo hice porque me llamó fuertemente​ la atenció​n que rompí​ en llanto. Luego, reiamos porque decí​a que cuando rompí​ en llanto, parecí​a un autobus de pasajeros que iba ascendiedo descompuesto y, emití​a el sonido carcajeá​ndonos del dolor pasajero, y del rencor inexistente.

     Un dí​a inventamos un juego de la memoria. Cada uno con un libro distinto leyendo en voz alta capí​tulo completo y ser capaz de decir lo que leí​amos Eduardo Arizpe, Jesú​s Valdes Oyervides y yo: "Margarita" como siempre me llamó​​ Chuy. Un gran ejercicio mental.

      Muchas fiestas! Una de mis favoritas fue en casa de Gustavo Morales Sainz, festejando la presentació​n de "Sá​bana" (novela) en el antes ICOCULT.

     No todo era fiesta, también era creació​n, compromiso, trabajo. Se presentó ​bajo su dirección teatral​ "Camino Mí​​stico a Saltillo" de Armí​​n Gó​mez en la celebració​​n del 420 aniversario de Saltillo. En la obra, yo era la hechicera, y solo oraba al sol tres veces, frase que me costó​ la burla: "talla ropa" por ser similar a la frase indí​gena que yo exclamaba en la obra.

     De esta obra, guardo en internet 4 o 5 videos los cuales disfrutó​ en casa, 19 años ​después de la presentació​n:

                                                           

     Yo siempre he sido una vaga, pero nunca me olvido de Chuy en mi mortalidad. De donde quiera que he vivido o visitado, le escribí​, le envié tarjetas postales, o le llamé por teléfono, para no dejar defecto sobre el tejido precioso que construí​mos.

      Cuando hacia base en Arcasa, nos poniamos tan alegres que la mú​sica nos seguí​a con Marina Criollos Flores cantando repetidas veces, "La Aventura" que me dedico el huichol


                                   
     Jesú​s, nunca faltó​ a ninguna de mis escasas presentaciones. En 1994, dirigió​ a una dama que leyó​ por mi persona en un evento de poesia de la UAC. Yo estaba en zona huichol. Mi familia se lo agradecio inmensamente. Siempre lo recibió​ con respeto y cariño​.

       
                               

Nada cambia la realidad. No hay un hueco en el corazón porque sigue lleno de Chuy, de nuestros abrazos, y conversaciones. Lo que extraño, son esos ojos tan azules y esos brazos llenos de amor.
                           
                                        

    Lo ​unico que sé, es que Jesú​s Valdés Oyervides, veneró​ intensamente el fenómeno del tiempo y su gente. -Otro abrazo!
                                                     "Chuy Valdés"
Las puertas se jalan o se empujan.
Las cortinas se abren o se cierran.
Necesito saber si voy o vengo.
Dime, -por qué lees Pellicer?
-Para teatrilizar el e-vento!

(del libro Mirando de Reojo el Alma, mayo 2015)

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