“EL CIEMPIÉS”

                                                                    
                                                                        “EL CIEMPIÉS

    Unos jóvenes de la telesecundaria fueron temprano en la mañana a despertarnos a Otakame y a mi, para mostrarnos el cobro del doctor que atendiera en el pueblo a uno de los albergados, a quien le había picado un alacrán. 

    Luego, dos comuneros nos pidieron que en la camioneta del Instituto Nacional Indigenista, los llevaramos a tirar la basura a las afueras de la comunidad desde donde ellos regresarian a pie para que nosotros continuáramos a la  comunidad de Tateikie para visitar la familia. de Otakame quien se detuvo a darles raite a los peregrinos del peyote quienes recién regresaban de San Luis Potosí:

    -Son de mi tierra, -justificaba Otakame. Yo saque de mi morral un hermoso libro editado en l909: Vida del santo Domingo de Guzmán, quien inventara el rosario a la virgen María en 1216.
El ma’arakame que nos acompañaba en la cabina me encanto observando el libro:
-Nosotros veneramos a ese santo, -dijo, mirando a Otakame.

     Entonces, recordé el sueño que tuve la última noche que pernoctamos en Tateikie:
donde el rostro de la bendita cruz carcomida por los siglos, asomando al lado de una lápida con signos extraños, como hebreos.

     Dormimos y en la madrugada tomamos rumbo a nuestra  choza en el pueblo de Mezquitic. A Otakame se le ocurrió adentrarnos al centro de la sierra, para verificar la existencia  de un león que se estaba devorando uno a uno los caballos de Tateikie:

    -Debemos revisar el aceite y el agua a la camioneta, -sugerí.
    -¡Pues hazlo tu!, -ordeno.

    Ninguno de los dos sabíamos cómo abrir el cofre y, partimos irritados hacia el bosque.
Llegando al atardecer. Mi corazón se oscureció cuando Otakame simuló un abandono. No me dio miedo. Decidí juntar leña hablando a la vez con con la esencia de mis alrededores:

    -A usted mi más cercano leño, le dejare en paz. A usted señor ciempiés, le pido cambie de lugar para no lastimarle. Amablemente se reubico.

    El fuego se camuflajeaba con los destellos del sol. Mis brazos se enredaban entre el montañoso mundo de las ilusiones. El alboroto atrajo a Otakame enfurecido. Me arrebato el libro. Mis rodillas besaron el suelo. Las ininteligibles súplicas se elevaron al cielo, pero al comprender que no podía ofrendar ni mis ojos ni mi lengua en ese momento, cual una sombra  le segui alienada con a las piedras del camino:

    -¿Estás triste?, -pregunto al observarme embebida con las piedras.
    Mi cabeza decía que no pero, era la primera vez que transportada por polvo me sorprendí frente al potrero. Las estrellas bebían agua y, los caballos comían sal, evitando ser olfateados por el león.
    
     Nos acercamos a la lumbre. Mi nostalgia levantaba relámpagos. Las constelaciones formaban un remolino tentando la mollera mi Otakame. La media luna se murmuraba con la niebla. A lo lejos cantan tres búhos y Otakame, endemoniado tomó justo el leño absuelto por mi, a donde había ido a parar el ciempiés:

    -¡Me pico un alacran!, -grito.
    -Es un ciempiés, -aclare.

     Me juzgo de loca. Le dije que a Santo Domingo, -el del libro que me quería quemar, decían lo mismo.Empezó a maldecir a los peyoteros; a llamarle a su madre y, a pedirme que lo llevara al doctor.
Me le acerque. Rechazo mi ayuda:

    -Pues entonces, ni llames a tu madre, que alcabo no te escucha además, te vas a morir.

    Siete horas entre nos vamos o no han pasado. La luna nos mostraba su rostro en señal de bendición. El frío afilaba la fiebre de Otakame hasta que al fin,  maneje hacia el pueblo donde vive el doctor.

    Con una cuenta similar a la que nos trajeran los de la telesecundaria , entramos a nuestra choza .¿Cómo sería en adelante nuestra relación?, - preguntaba, -¿tomara represalias? 

    Prendi una veladora y del mezquite se espantó el búho. Otakame continuaba durmiendo. Al día siguiente le quite las marcas rojas del ciempiés. Dos alacranes pasaron de largo. Nos miramos:

    -Imposible frenar el albedrío. 




Comentarios

Unknown ha dicho que…
Martha, hola. No sé si te agradecí el comentario que dejaste en el blog de arte y ecologismo. SensibilizARTE ha creado una red y tal vez te interese participar, entre los artistas, tambien hay poetas y seguidores.
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un abrazo
Unknown ha dicho que…
Y lo más importante, no lo he puesto en el mensaje anterior.
He disfrutado leyéndote y valoro muchisimo tu implicación solidaria. Besos
alejandra ha dicho que…
me encantó esta historia, tengo algunas dudas, pero luego, en persona... besos

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