El Toloache

“EL TOLOACHE”

La zona wirrarika* es un tejido de realidad y misterio. Años ha, mis días van y vienen entre magia y hechicería; entre trabajo y esfuerzo; entre el dialecto de O’takame, y mi deseo de montaña. ¿Como llegue a su corazón? Una noche en su comunidad, preocupada por el agua, el respondía:
-donde quiera hay agua y silencio.
Yo vivía en Waut+a*. Hubo una reunión. Su mula se fue con todo y cobija. El hielo y los celos crujieron a la orilla del río. Una orquídea durmió conmigo y al día siguiente, me otorgan compromiso:
-Tendrás que ir a otro Estado por unos niños que de aquí se llevo un extranjero.
Fui y vine con éxito. O’takame al vernos se puso feliz. Ofreció llevarnos a Waut+a. Los niños bailaban a mi al rededor. Las autoridades saludaban. Los padres lloraban de emoción porque sus hijos estaban de vuelta, con salud y en día domingo.
Tomamos tupido. Pedimos posada en el Kaliwey*. José Grande, quien cuida el sol, ne a papa amigo, la concede. Lo primero que hizo O’takame, fue pedirle perdón al fuego por ocuparlo de abrigo. Borracho, olvido el lugar sagrado. Me dejo dormida. El agua corría su paradero. Las piedras lo pronunciaron cuando salí a buscarlo:
-Se ha marchado.
José Grande, no comprendía si lloraba por mis cosas o por el raite. Para consolarme sintió mi sangre. No lloraba por mis cosas:
-Me he ido a pie –exprese, -lloro por no entender, como hablándole bonito al fuego, intento abrir el candado. Encendido ?cumplirá lo prometido a los niños? Quieren estudiar.
-Regresara, -aseguro. –Cuando las personas hacen un mal les pasa igual.
Solloce: no quiero que nadie sufra. En ese momento, dos mara’akames rescataban a O’takame que se había salido del puente:
-Si hemos sabido que tu enfado causo el accidente, no te habríamos sacado, a Makavima no le hagas daño.
José Grande se encontraba pizcando en la milpa, le debíamos una explicación:
-Nos trato bien. Nos presto costales y cobijas. Ni siquiera te despediste. Vamos a ayudarle.
Entre mazorcas y regaños, terminamos. Contentos conseguimos su venia para partir.
-A Tuxpan ¡a festejar el día de la Santísima!
Juego y baile. Nuevo desmadre: nos juntábamos, nos separábamos, me ignoraba, me ponía triste, lo deje haciendo de las suyas hasta encontrarnos en la madrugada. Le pedí nos fuéramos al rosar el día, pero al suspiro del sol, me aleje de el con la camioneta… Iba acordándome de un muertito cuando, volé al lado contrario del barranco. A O’takame lo atrajo el viento con un montón de gente para rescatarme del atolladero. En Tuxpan, los topiles* esperaban para llevarnos ante tatoani*.
-¡Escapemos! –propone O’takame. Mis principios lo impidieron. A condición de que nos marcháramos, nos salvamos del cepo*. De noche, caminábamos por tangente la luz del vehiculo. El cansancio nos cubrió. Apagamos el motor. Cerramos puertas y vidrios. Hicimos nido.
-Oye, oye, mira ja ja ja –repetían. Abrí los ojos. El caliche brillaba mientras la luna bordaba un vestido.
-¡Vámonos! –exclamaba O’takame. –Llaman y no hay nadie.
-¿Crees que quieren hacernos daño?
-No se, cerca de aquí, se encuentra el cerro del toloache. Te habla, y a mi se me ocurren cosas locas. Te concede lo que le pides aunque a veces se revierte, ?vamos?
No, en cada flor de toloache duerme un brujo.
Continuamos con miedo e incertidumbre. En el cepo de Tuxpan se ahorcaba un preso. Una sombra blanca hacia ruido. Aceptamos:
-¡ Hermosa diadema solar!
Dejamos la sierra.

*wirrarika= huichol;; Kaliwey = lugar de reunión; mara’akames = hechiceros ; topiles = policías; tatoani= gobernador; cepo= cárcel. Waut+ia y Tuxpan= nombres indígenas para el lugar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Le cortaron las alas

El Payasito de Aserrín

La poesía como derecho de todos los pueblos