La poesía como derecho de todos los pueblos
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La
poesía como derecho de todos los pueblos dedicada a Elizabeth Hernández Quijano
En el mundo poético existe una
inclinación, gusto o, bilis negra que nos impulsa a crear momentos críticos de un
enredo físico o moral. Sin patetizar este enredo, despetalicémoslo, hasta
encontrar su valor en galardonado por el poema: esa perla no entendida por el total.
Solo en las venas sanas de un pueblo es
posible ver a los poetas navegando con Caronte; como el suspiro, el perfume, el
vapor para seguir manteniendo el halo universal del desahogo, de la belleza recién
creada por alguien presionado por esos enredos, y la percepción.
El
lenguaje tiene la medida de las sombras, los vientos, las aves, de las plagas
que arrancan ese diamante individual. ¡Sí!, existe el derecho de gritar,
aullar, de reprochar. Deambular palabras en el ocio intelectual encerrado en la
rutina de lo cotidiano es inválido, inconsciencia ante lo global. Esta
inconsciencia se burla de uno mismo y, la ignorancia, evita el nivel espiritual
expuesto por Goethe el romántico; por Sartre, el existencialista o,
Dostoievski, el preciso.
No
quiero parecerles exigente, aunque la poesía como palabra es un lugar común. Como
esencia, no permite accidentes. Hasta el dador con modestia o no, logra admirar
su perla, aligerándolo. Entre el blanco y negro, nos encontramos con versos o
refranes llenos de picardía, ironía, sarcasmo o sabiduría, mostrando la gama
inmensa de tópicos humanísticos o bucólicos.
¿A
dónde vamos si el poeta también es vulnerable? ¿Es que la poesía es absorbida
por el universo sin tomar en cuenta al creador? ¿Es la palabra poeta, un hilo
energético de su obra que lo juzga? ¿Con un solo poema se merece la gloria o se
tiene que escribir más de X?
Ha
habido talleres de literatura y seguirán existiendo enseñanzas prácticas y selecciones,
aunque la poesía no es una asignatura. Es un campo de magia continua por lo que
no podemos generalizar sino con propuestas intermitentes de la realidad
inexplicada hasta el momento del poema. Una especie de código que sin estar de
acuerdo cuánticamente nos lleva en la barca de Caronte movida por ese campo de
magia continuo, sumatoria de corazones, independientemente de que se utilice un
dialecto o algún lenguaje oficial del mundo.
Mi
propuesta en concreto: entretejer el manto mágico de la humanidad a través de
todos los poemas de la historia universal. Heredar la vida feliz, por medio de
la poesía. No asesinarla ni burocratizarla, encarcelando en oficinas u
ofreciendo becas a los potencialmente poetas pues ellos, son quienes remiendan
el manto mágico que nos lleva a todos como sociedad sobre el mismo barco, que
navega en un camino de perlas que no deja estela. hay escritos por encargo,
pero esos, definitivamente deben eliminarse. Todo eso son contaminantes, bichos
que perjudican la pureza del manto mágico, del campo magnético, asesinando a
los lectores que a penas emprenden el abrir de los libros.
Los
críticos a veces nos pican los ojos. Son los culpables de nuestra llave perdida
por el gusto sentido de la poesía que huele, sabe y, tiene color al contrario
del agua que ahora se tiene que procesar porque la hemos contaminado. La poesía
no posee derechos ni obligaciones, simplemente nace, como las flores. ¿Acaso
las flores son derecho de los pueblos? Lo único que parte las semillas en el
viento es el manto mágico de perlas ancestrales entretejidas por generaciones en
la fórmula de la felicidad social.
Las
semillas de la libertad se esconden en el misterio para sorprendernos a través
de estaciones climáticas. No por ser visible la crónica des virtud de los valores,
permitiremos que nuestras almas caigan al desperdicio. Es un crimen que me
cobren por contemplar y gozar el sonido del rio; su caricia con la lluvia en el
murmullo sacrosanto.
Reparemos
en ella o no, la poesía es una razón poderosa para sostener a la humanidad que
siempre ha admirado las palabras de sus gobernantes, sacerdotes, brujos…Palabras
canto bañado de nácar. La poesía, es el derecho de todos los pueblos porque
enaltecen la armonía, el bien común, la esencia, la ostra que protege.
Mi
experiencia como mujer de pasos largos, me hace redescubrir destellos en ojos
de la gente humilde. Es la gracia de la poesía no escrita pero que esta intermitente.
Picaros ojos contemplando el medio, su comportamiento; la planta que se forma;
los hijos que se engendran. Hay ojos dedos, oídos ojos, hoyos en la parte de
los ojos con vista profunda.
Con
frecuencia ocurre que pueblos enteros no saben escribir, pero dicen bonito
adhiriéndose a la tripulación. Estos pueblos a veces cuentan con la fortuna de
maestros interesados en recopilar las perlas, recuperar las que se han perdido. Incentivan a sus alumnos a correr la mecha
del arte; esa creación de escritos mágicos que debemos evitar perder.
Necesitamos bibliotecas que le den hospicio a estas obras poéticas, que no las
saqueen, sino al contrario, enriquezcan el patrimonio cultural.
En
fin, la poesía es el infinito sentir de los pueblos que lucen sus paisajes con
personajes tan diferentes, tan iguales, tan como sangre de una nación: México,
por el mundo, hasta el universo.
Gracias
.
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